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28 de octubre de 2012

Socialismo = Ineficacia

Un vecino me decía que la re-involución del 59 le había quitado a los dueños sus propiedades pero que no había encontrado un sustituto. El director de una empresa jamás será el dueño, nunca tendrá el sentido de pertenencia de lo que administra. Para ilustrar eso hay más de miles o millones de ejemplos, bastaría ofrecer un país como este, desgastado, una cultura donde el robo no se mira como delito porque sobrevivir a la  muerte no debe de ser castigable.
Un hombre que, fuera del plan de trabajo de su puesto de carpintero, confeccione un cortinero para venderlo y así poder garantizar la merienda de su hijo no es condenable, aunque para ello haya tenido que utilizar herramientas del Estado, y sustraer pedazos de madera y puntillas que no le pertenecen.
Una cultura donde el concepto de “propiedad social” resulta tan ajeno y absurdo que Marx y Engels se sentirían tan espantados ante el resultado que inspiró sus teorías, que no dudarían un segundo en refutar su filosofía comunista.
Un ejemplo de esto fue cuando, en días pasados, hubo de explotar una gasolinera en Santiago de Cuba. El video de los hechos revela con minuciosidad toda la ineptitud de las autoridades del lugar, desde los propios trabajadores del Cupet, quienes, de inmediato, se lavaron las manos y tomaron distancia de los acontecimientos --eso me recuerda aquello de: “regrese capitán”, cuando abandonaba la nave en naufragio--, pero lo irónico de este caso fue que, gracias a sus cobardías, el “Capitán” y los trabajadores de la gasolinera salvaron sus vidas.
En el video se puede ver la irresponsabilidad de los bomberos a pesar de llegar antes que la policía. El carro antiincendio lo parquearon cerca del siniestro, y se bajaron con la misma prisa que si hubiesen llegado a la playa en una mañana veraniega. Miraron, ajenos, los acontecimientos como si no fueran de su incumbencia. No corrieron a echar espuma, como se supone que hagan en este tipo de incendio, no establecieron ninguna seguridad en el perímetro de peligro, sólo se limitaron a ser parte del público que observaba, cómo aquellos hijos que nadie quiso llenaban los tanques de sus motos usando los cascos, y cómo los vecinos venían con cubos para abastecerse del preciado líquido, a expensas de pagar con sus indigentes vidas el precio de tales imprudencias.
Por supuesto que ocurrió lo inevitable, lo que el menos mentalmente capacitado hubiera podido predecir desde el comienzo: ¡La explosión! Todo comenzó con la llegada tardía de las autoridades policiales. De inmediato se propagó el terror que ellos inspiran. Mirándolo fríamente: tomar aquella gasolina de un charco en medio de la calle no era un delito, hasta si se quiere era provechoso, porque sería menos el líquido derramado. Pero, como si hubiera llegado la guardia rural a repartir plan de machete, aquellos jóvenes decidieron poner distancia y, con prisa, desesperación, y aún eufóricos por haber obtenido alguna ganancia sin aparente “sacrificio”, decidieron encender sus motos, y entonces, con la primera chispa, detonó la bomba.
Todo aquel grupo que se presenta en el video quedó encerrado en la trampa del fuego. Para la mayoría fue como un abrazo de muerte. La reacción general del pueblo de Cuba era unánime y coincidente: primero hacia la inactividad de los trabajadores y el Jefe de Turno de la gasolinera al no interrumpir la entrada de corriente eléctrica al establecimiento para así detener el flujo de combustible; después, la inutilidad de los bomberos al no asumir, ejercer y cumplir con lo establecido en esos casos; luego, por la tardía llegada de los agentes del orden en su desvencijado Lada patrullero, que hizo entrada como una vieja carreta que viene a buscar los gladiadores muertos en el Coliseo romano. A todas estas, tampoco aparecieron con la brevedad que se requiere, los dirigentes políticos del Gobierno para evitar el siniestro que se abocaba como la noche.
Fue una cadena tan grande de ineficacias, digna de ser acogida por los Record Guiness, (muy semejante a la tragedia ocurrida en la planta nuclear de Chernobyl); pero lo peor de todo es cómo comprender cuán grande es la miseria en que subsiste nuestro pueblo que llevó a las víctimas a cometer tamaña estupidez. Eso me hizo pensar en todos los habitantes del archipiélago cubano que se han lanzado al mar, conscientes de tal acto de suicidio. Tenemos asumida una cultura del peligro donde el “que sea lo que Dios quiera”, es la frase determinante que decide nuestras vidas. Para la mayoría de las familias cubanas resulta muy normal haber sufrido la pérdida de un ser querido en el Estrecho de la Florida, allí hemos vertido millones de lágrimas y plegarias por nuestros hermanos desaparecidos. No alcanzarán todas las flores de todas las primaveras del mundo para homenajear a los que ofrendaron sus vidas en el intento de cruzar las agónicas noventa millas de mar que nos separa de la tierra prometida en busca de una libertad tan largamente soñada por nuestro pueblo.
Una de las lecciones que deja la explosión en la gasolinera de Santiago de Cuba es que esas personas perdieron la vida por unos pocos litros de gasolina, es decir: cinco o seis cuc, ese fue el valor que le dieron. Otra lección es que la ineptitud del “Gobierno” cubano fue absoluta y a todos los niveles. Y, si sirve de algo, casi con días de diferencias, a mayor o menor escala, la explosión en la refinería de Apure en Venezuela, y la gasolinera de Santiago de Cuba, ambos hechos coinciden, quizás en un aparente aviso de Dios de que, con el tiempo, Venezuela se convertirá en el espejo de Cuba: en una ineficacia totalitaria.
Que Dios proteja a Venezuela, porque de Cuba muchos cubanos creen que hace mucho tiempo Él ya se olvidó.           
Ángel Santiesteban-Prats

 

21 de octubre de 2012

La “Fiscalía” me retira los cargos más graves


Después que el “Gobierno cubano” me hiciera padecer, por más de tres años, su flamante injusticia, hasta que, acusación tras acusación, la “Fiscalía” llegara a sumar 54 años de cárcel, y luego que decidiera no continuar sumando más cargos como los de “Atentando”, “Amenaza”, “Atropellar con el auto a un niño y darme a la fuga”, “Acoso”, entre otras más absurdas e inverosímiles como cualquiera de las mencionadas, y que, por vergüenza y buscando credibilidad, hicieran una conjunta de causas para una petición final de 15 años de privación de libertad en contra de mi persona; y en cuyo proceso el expediente fue peloteado del “Tribunal Provincial” a la Unidad policial de Picota para que se continuara investigando o inventando falsas pruebas, por considerar que no tenían la más mínima evidencia en mi contra, e, incluso, después que el “Tribunal” volviera a recibirlo y lo enviara a la “Fiscalía Provincial” por la misma razón, y éstos a su vez a la “Fiscalía General de la República” y luego al cuartel de la “Seguridad del Estado” en Villa Marista, según el pesquisaje de mi abogado en cada instancia que indagó; en días pasados, finalmente, el “Tribunal”, por enésima vez, devolvió el expediente a la “Fiscalía Provincial” para que continuaran edulcorando las acusaciones, que, como dijera mi abogado, “es una gran choricera sin pies ni cabeza que fueron mal armando a su antojo y capricho”, y ahora no les ha quedado más remedio que retirar la mayoría de las acusaciones, de hecho, las más graves: "Intento de homicidio", "Robo con fuerza", "Violación", "Amenaza", "Daños", entre otras, y solo mantuvieron dos acusaciones: "Violación de domicilio" y "Lesiones". Por supuesto, todo sin una sola prueba ni testigos, pero evidentemente les pareció demasiado exagerado quitarlas todas de una vez. 
Ahora el “Tribunal Provincial” debería advertir que si esas acusaciones fueron retiradas, ¿por qué mantener las otras siendo menores y sin evidencias ni testigos para sustentarlas? ¿Por qué unas sí y otras no? ¿Quién decidió cuáles acusaciones son ciertas o falsas si todas están basadas en alguien que acusa sin la más mínima prueba y que ha declarado que la Seguridad del Estado la ha manipulado?
¡¿Será pura casualidad que después de abrir este blog me convertí en el ciudadano delictivo más peligroso y temido de La Habana?! Según estos hechos parece que sí, que luego de montar su maquinaria policial en mi contra, donde escribieran en el mismo expediente, y que yo retratara, una nota donde advertía: “interés urgente del Ministro”, han tenido que desistir, al menos de las grandes acusaciones, aquellas que pasaban de diez años de cárcel.
No soy ingenuo; reconozco que no buscaban otra cosa que yo claudicara y cerrara mi blog, pero creo que comprendieron que mientras más injustos son conmigo, más fuerzas inyectan en mi voluntad. Y que si están preparando el terreno para una pequeña sanción ejemplarizante la rechazaré con el mismo ímpetu y determinación de siempre.
Cuando mi abogado me hizo saber la noticia pensó que daría saltos de alegría. Me mantuve impávido, porque, repetiré las palabras que le hice saber: “me ofende igual aquellos 54 años, que cinco pesos de multa. Para mí significa lo mismo. La ofensa es la misma. Es un atropello a la justicia”.
Parce que el “gobierno” ahora no sabe cómo salir del expediente sin demostrar que se equivocaron, que armaron un castillo en el aire, y, como todo lo que sube, baja por su mismo peso, mi caso amenaza con caerle sobre sus cabezas.
Sólo me resta esperar el destino de esa nave fraudulenta que, como bestia herida, da los últimos escozores y pataleos. La mía, la de La Justicia, va al puerto seguro: al de la LIBERTAD definitiva para el pueblo de CUBA.

Ángel Santiesteban-Prats


          

9 de octubre de 2012

La probable ingratitud de los hombres

Por estos días he sabido, aunque aún no se haya dado a conocer públicamente que al Historiador de La Habana, Dr. Eusebio Leal Espengler, le ha sido retirado su motor económico: 'Habaguanex". Estoy seguro que este señor pasará como uno de los pocos ciudadanos del archipiélago cubano que en los últimos cincuenta y cuatro años ha hecho una labor loable y constante por mejorar nuestro país. Creo, sin temor a equivocarme, que si se efectuaran elecciones libres, sería uno de los seguros candidatos a la Presidencia de la nación, ganado con su carisma, inteligencia, sacrificio y honestidad.
También me ha sido imposible evitar recibir noticias de que sus hombres de confianza en la constructora "Puerto Carena" están siendo procesados por malversación. Y ha comenzado el llamado “efecto dominó”. Esto ha servido como bandeja de plata para los hermanos Castro, que desde hace tiempo tenían sus dientes afilados hacia el dinero que reporta el casco histórico de la ciudad de la Habana. Sin el Dr. Eusebio Leal, gran parte de ella se hubiera colapsado y los millones de dólares que hoy danzan en las arcas del estado estuvieran ausentes.
Ahora pondrán, en su puesto de Habaguanex, a algún ex oficial de la "Fuerzas Armadas" que responda ciegamente a Raúl Castro y, por supuesto, el deterioro y descontrol será mayor. El análisis de los problemas no debería centrarse en las consecuencias, lo he repetido muchas veces, el desgobierno de los Castro siempre hace lo mismo: botan el sofá para evitar ir a las causas que originan que un pueblo en su gran mayoría deba sobrevivir de lo que esté al alcance de sus manos. No es un secreto que La Habana Vieja se ha recuperado gracias a la mano gestora del Historiador; y también, sin que se haya podido evitar, la reconstrucción de viviendas en general le ha impulsado un brío saludable a la bolsa negra que pulula en el territorio nacional, y que algún día habrá que hacerle un monumento como la gran salvadora del pueblo cubano.
Intuyo que el éxito de la labor del Historiador se debió gracias a la independencia que tuvo en todos estos años de trabajo arduo, que él nos regaló para darnos la imagen palpable de revivir el lugar dónde venimos. Ahora temo que si se detiene o se entorpece la base económica necesaria para continuar su empresa de salvaguardar una de las ciudades más hermosas del hemisferio, nuestra historia arquitectónica, que es parte de nuestra esencia insular, quedará en peligro de extinción; y, sin los espacios que crearon nuestros antepasados, nunca sabremos orientarnos en este laberinto de confluencias que fue "San Cristóbal de la Habana".
Ángel Santiesteban-Prats